Límites y normas en los niños

Jan 12, 2015 | 0 comments

Uno de los temas estrella en la psicología infantil es el de los límites y las normas, y es que estos son necesarios y básicos en la vida del niño. Un sistema de normas estable le ayuda a saber predecir las consecuencias de su propia conducta y le ofrece la seguridad que necesita. Si cada vez que realiza una conducta, aparece la misma consecuencia, entonces podrá predecir y entender mejor lo que le rodea.

Los niños no nacen sabiendo lo que está bien y lo que está mal por lo que es necesario que alguien les guíe y enseñe cómo funciona el mundo y su entorno.

Un niño con normas y límites claros sabrá predecir las consecuencias de sus conductas y podrá disfrutar del mundo que le rodea con seguridad.

Los límites les ayudan a portarse bien y por tanto, a tener un buen concepto de sí mismos. Si dejamos que los niños se dejen llevar por lo que les apetece es probable que dejen a un lado sus responsabilidades, pero en el momento en el que los padres limitan su comportamiento, les ayudan a ir por el camino adecuado.  Como adultos nos ocurre lo mismo, si no pasase nada por llegar tarde al trabajo, ¿tendrías la misma prisa por llegar puntual?

 

¿CÓMO DEBEN APLICARSE LOS LÍMITES?

  • Asegurémonos de lo que queremos decir

A veces somos demasiado rigurosos con nuestros hijos, pidiendo demasiadas cosas que no son realmente necesarias, lo que da más oportunidades al niño de desobedecer. También debemos asegurarnos de que vamos a mantenernos firmes, si le pedimos que recoja todos sus juguetes y luego se lo hacemos nosotros  porque nos da pena, entonces no nos tomará en serio en el futuro.

  •  Afirmar, no preguntar

Las órdenes en forma de pregunta dan al niño la opción de negarse a obedecer. Es preferible decirle “ayúdame a poner la mesa” que “¿quieres poner la mesa?”

  •  Ordenes sencillas y fáciles 

Hagamos que sea fácil de cumplir. En niños más pequeños a veces tenemos que limitarnos a una sola orden, aunque necesitemos que el niño realice varias tareas. Si la tarea es compleja para él, podemos dividirla en varios pasos para que pueda cumplirla, elogiando cada paso. Por ejemplo si un niño está aprendiendo a vestirse solo, podemos elogiarle por cada prenda que sea capaz de ponerse.

  •  Asegurémonos de que nos está escuchando y entendiendo 

Sin un contacto visual no podemos estar seguros de que nos han oído. No conviene dar órdenes a gritos de una habitación a otra, ya que el niño puede estar tan concentrado en la actividad que esté realizando que ni siquiera nos escuche. Si queremos estar seguros de que recibe y entiende nuestra orden debemos eliminar todas las demás distracciones (televisión, música, videojuegos…).

Conviene asegurarse de que ha entendido lo que le hemos ordenado. Para ello podemos pedirle que nos repita la orden que le hemos dado.

  •  Sugiere una alternativa

Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo se sentirá compensado. De este modo, puedes decir: “Ese es mi pintalabios y no es para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel para pintar”. Otro ejemplo sería decir: “No te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después”. Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son escuchados, entendidos y aceptables, lo que sigue contribuyendo a generar una buena imagen de sí mismo. Este es un camino de expresión más correcto.

  •  Estableciendo límites coherentes para su edad 

Es importante conocer al niño para evitar exigirles más de lo que pueden dar.

 

¿POR QUÉ NOS CUESTA PONER LÍMITES?

  • Nos cuesta decir “no”:

Pensamos que vamos a defraudarles o que vamos a generar una reacción incontrolable en el niño. Decir que “no” prepara al niño para la vida porque cuando sea mayor no siempre va a conseguir lo que quiere. Enseñar al niño a saber renunciar a sus deseos, le prepara para situaciones similares que la vida le deparará.

  • No queremos que sufran:

Nos da pena que sufran, como padres sentimos que tenemos que protegerles.

  • Evitamos el conflicto y las discusiones:

Nos da miedo la reacción de nuestros hijos, si continuamente evitamos los conflictos, los niños aprenderán que para conseguir lo que quieren deben enfadarse y tener una rabieta porque saben que harás lo posible para cortarla.

  • Queremos compensar la falta de tiempo que pasamos con ellos:

En ocasiones, cuando se pasa poco tiempo con los hijos, no queremos que se enturbie con discusiones, por lo que cedemos ante cualquier conflicto.

  • Tememos no ser queridos por ellos:

Pensamos que por no dejarles hacer lo que quieren, van a dejar de querernos.

¿POR QUÉ NO FUNCIONAN?

  • Porque no son claros:

A veces damos una orden y lo hacemos de forma tan general que al niño le cuesta cumplirla. No es lo mismo decir: “Organiza tu habitación” que “Coloca tus juguetes”, “mete la ropa en el armario” y “ordena los libros de la mesa”.

  • Porque son contradictorios:

En ocasiones cambiamos las órdenes y las peticiones en función de nuestro estado de ánimo. Hay veces que vemos la habitación desordenada pero como no podemos entrar en conflicto porque estamos cansados, lo dejamos pasar y otros días batallamos con ellos hasta que la ordenan. También entre los padres se pueden producir contradicciones si no hay consenso.

  • Porque las consecuencias no son siempre las mismas:

Al igual que el anterior, si dependiendo del día, una misma conducta tiene distintas consecuencias, no aprenderán la norma ni el motivo de la misma. Un niño tiene que aprender que lo que hace tiene una consecuencia por algo, por ejemplo, si por la tarde hace sus deberes, luego podrá jugar a su juego favorito, porque ha cumplido con su deber, pero si un día no hace los deberes e igualmente tiene su premio, porque no queremos oír cómo se queja, entonces ya no aprenderá que uno tiene su recompensa cuando cumple con su deber. Si las reglas cambian constantemente, no son reglas.

  • Cuando pedimos algo que nosotros no hacemos

No podemos pretender que los niños hagan algo cuando sus principales modelos, que son los padres, no lo hacen. La mejor forma de enseñar es mostrarles en la practica cómo hay que comportarse o cómo hay que cumplir una norma.

  • Cuando exigimos éxitos inmediatos:

Cuando pedimos a los niños que hagan algo que va en contra de sus deseos debemos ser constantes. Si castigamos a nuestro hijo porque ha pegado a su hermana, debemos aplicar esta consecuencia de forma constante durante un tiempo hasta que el niño aprenda que pegar a su hermana va acompañado de algo negativo. No podemos pretender que el niño lo aprenda a la primera.

 

Demos al niño la seguridad que le aportan las normas y será un niño feliz.

 

Mónica Cruz Coronado

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